viernes, 26 de septiembre de 2014

"El Orador Borges"

En la vida no hay nada más grandioso que ganar dinero haciendo lo que más te gusta. Ese no fue el caso del poeta, ensayista y escritor Jorge Luis Borges. En una reunión a la que acudió con unas señoras inglesas, le leyeron la hojas de té. Le pronosticaron que se ganaría el pan de cada día hablando y así lo hizo, pero eso no era del total agrado de Borges puesto que le aterraba hablar en público.

Borges se calificaba como un hombre sincero y eso es lo que hacía difícil creer sus autocríticas con respecto a sus obras. Decía que son solo una miscelánea, una ilusión óptica lograda por la tipografía.  A él no le gustaba mucho lo que escribía y jamás leyó algún libro sobre él. ¿Simple modestia? pero eso no le quitaba al escritor su gran habilidad para decir lo que pensaba, siendo siempre muy claro y directo.

Lo más intenso de la vida de Borges quizá fue la relación con su madre. Algunos lo consideraban una relación muy edípica, a lo que él respondía "como dijo Chesterton, lo único que sabemos de Edipo es que no padecía del complejo... Yo tengo un recuerdo tan puro y tan grato de mi madre".

Quizá lo que ahora la mayoría de personas se pregunte de él es si estuvo equivocado o no con respecto a la existencia de un Dios. Él, ateo hasta el más pequeño de sus huesos, siempre defendió la idea que la muerte no lo conduciría a Dios, sino que lo haría a la esperanza de que no existiera.

Muchas cosas se pueden escribir sobre Borges, sus distintas etapas como comunista,  como radical y como conservador, ésta última él aceptaba que lo era, pero era un conservador porque era una forma de ser escéptico. No se consideraba un líder de opinión porque él aseguraba que muchas veces no estaba seguro de lo que decía.

En conclusión a Borges no se le cumplirá lo que tanto deseaba: ser olvidado. Puesto que siempre será recordado como el gran escritor que fue o como el polémico personaje amante de los gobiernos de Pinochet y Vilela, o simplemente como aquel ser humano que gusta de la polémica porque cree que entenderse es una miseria.







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